Poza Rica, Ver.- La Policía Municipal de Poza Rica se ha manchado de sangre una vez más. En un acto de brutalidad que hiela la sangre, Madaleno Pérez Santes, padre buscador y miembro del Colectivo «María Herrera», fue golpeado hasta la muerte tras ser detenido arbitrariamente por elementos de la corporación.Un arresto que terminó en asesinatoEl lunes, Pérez Santes, de 41 años, fue arrestado en Poza Rica. De acuerdo con sus familiares, fue trasladado a las instalaciones de la Policía Municipal, donde los uniformados lo golpearon salvajemente con un tubo, dejándolo en un estado crítico.Horas después, con una boleta de liberación en mano, regresó a su hogar en la comunidad de Tres Cruces, en #Papantla, con visibles huellas de tortura. Entre jadeos y gemidos de dolor, le narró a su esposa el infierno que había vivido dentro de la comandancia. Se quejaba de un dolor insoportable en la cabeza y la espalda. Poco después, la muerte lo alcanzó.Un hombre que luchó hasta el finalPérez Santes no era un delincuente. No era un peligro para la sociedad. Era un padre que buscaba a su hija desaparecida, «Paloma». Pasó años recorriendo fosas, tocando puertas y enfrentando un sistema que le dio la espalda. Su único delito fue exigir justicia.Pero la justicia nunca llegó para él. En su lugar, encontró la saña y la brutalidad de quienes juraron proteger a la ciudadanía.El silencio cómplice del gobierno municipalTras su muerte, la indignación estalló. Sus compañeros del colectivo de búsqueda exigen justicia. La Fiscalía ha iniciado una investigación, pero ¿hasta dónde llegará?Lo que es un hecho es el cómplice y escandaloso silencio de las autoridades municipales. Hasta el momento, ni la Policía Municipal ni el Ayuntamiento han dado explicaciones. ¿Hasta cuándo seguirá la impunidad en Poza Rica? ¿Cuántos más tienen que morir antes de que la gobernadora Rocío Nahle y su gobierno volteen a ver el horror que se vive bajo su administración?El asesinato de Madaleno Pérez Santes no puede quedar en el olvido. La ciudadanía debe exigir respuestas. Si callamos, mañana puede ser cualquiera de nosotros.


