Poza Rica, Ver., 8 de agosto de 2025 — Ni los 300 elementos de la Guardia Nacional, ni los 80 soldados y marinos desplegados recientemente pudieron contener la ola de violencia que asfixia a Poza Rica. Este viernes, a plena luz del día y a unos pasos del Hospital Regional, se registró una intensa balacera que dejó un herido grave, un arma de alto poder abandonada y una ciudad entera sumida en el terror.

El ataque se perpetró alrededor del mediodía sobre la calle Pípila, en la colonia Reforma. Testigos narraron que las detonaciones de grueso calibre sonaron como “si la guerra hubiera llegado sin previo aviso”. En el lugar, la Policía Municipal localizó decenas de casquillos percutidos y un arma larga de alto poder, evidencia clara de la magnitud del enfrentamiento.


A pesar de la rápida movilización de elementos de la SSP, Marina y Ejército Mexicano, los agresores escaparon sin dejar rastro. Las autoridades iniciaron un operativo de búsqueda, pero hasta el cierre de esta edición no hay detenidos ni pistas claras sobre su paradero.
La víctima, cuya identidad permanece reservada, sufrió lesiones graves en abdomen y espalda y fue trasladada de urgencia al mismo Hospital Regional que, irónicamente, quedó custodiado por fuerzas militares tras el ataque, como si fuera una zona de guerra.

Horas después, un Volkswagen Jetta rojo con impactos de bala fue localizado abandonado en la calle Artículo 123, en el fraccionamiento Palmas, reforzando la idea de que los sicarios se movieron por la ciudad con total impunidad.
Este hecho ocurre apenas días después de que la gobernadora Rocío Nahle anunciara con orgullo el arribo de elementos federales para “restaurar la paz” en Poza Rica, Cazones y Tuxpan. Sin embargo, la realidad golpea más fuerte que el discurso: la ciudad sigue bajo el control del crimen organizado, las ejecuciones no cesan y los despliegues parecen más un show mediático que una estrategia real.

Cabe recordar que, recientemente, sobre la carretera Cazones–Poza Rica fueron hallados cuerpos desmembrados, cabezas humanas dentro de bolsas negras y narcomensajes, evidenciando una lucha sangrienta entre cárteles por el control de la plaza.