Pánuco, Ver. – “¡Queremos agua, no despensas!” fue el grito que retumbó este fin de semana en las calles de El Moralillo, donde hartos de promesas vacías, vecinos encararon con furia al director de la CAEV, Fernando Cervantes Cruz, quien llegó acompañado de su esposa, la alcaldesa de Pueblo Viejo, Valeria Nieto, solo para intentar calmar el enojo regalando despensas.👉🏼 Lo que pretendía ser una visita institucional se convirtió en un acto de vergüenza pública. Lejos de llevar soluciones, el funcionario fue recibido con reclamos, pancartas y gritos de indignación por una población que ya no tolera el abandono y las respuestas huecas.💧 “No comemos agua, ¡pero tampoco podemos vivir sin ella!” gritó una vecina, mientras otros le reprochaban el cinismo de llegar con bolsas de víveres cuando no han tenido agua por semanas.
🗣️ Durante casi una hora, Cervantes Cruz escuchó quejas sin dar una sola solución clara, y al verse rebasado por la inconformidad, optó por retirarse, dejando tras de sí una comunidad más molesta que antes.🎭 La escena dejó en evidencia lo que muchos ya sospechaban: las visitas oficiales son puro teatro, sin resultados ni compromiso. Mientras tanto, los habitantes siguen cargando cubetas, enfrentando enfermedades y sobreviviendo sin el mínimo vital: agua potable.Este episodio no solo expone la ineficiencia de la CAEV, sino también la falta total de empatía y liderazgo en la región norte del estado. La exigencia es clara: ¡Queremos agua, no simulaciones políticas disfrazadas de ayuda social!